Valencia Feria de Julio. Alternativa de "El Puno" 30-7-70
Un éxito sonado del Puno al que le aguardan otros muchos, porque de la mano de ese gran taurino que es Diego Martínez, puede llegar a ser la gran figura que espera Colombia.
Día 30 de julio de 1970
6 Toros de María Pallarés de Benítez Cubero
- Diego Puerta
- Manuel Benítez “El Cordobés”
- Jaime González “El Puno”
OREJA PARA EL PUNO EN TARDE DE ALTERNATIVA. TRIUNFOS DE EL CORDOBÉS Y PUERTA.
Valencia, 30.- Lleno hasta la bandera en la sexta de Feria en la que Diego Puerta, Manuel Benítez “El Cordobés” y Jaime González “El Puno”, que tomaba la alternativa, se las entendieron con cuatro toros de doña María Pallarés de Benítez Cubero y dos toros de Manuel Benítez, lidiados en segundo y quinto lugar,. El segundo fue condenado a banderillas negras y el sexto se devolvió a los corrales por manso, saliendo en su lugar un sobrero de García Valdecasas, manso y deslucido. Los de Pallarés mansurronearon pero no ofrecieron peligro.
Tomaba la alternativa, a todo honor, el diestro colombiano Jaime González “El Puno”, que se enfrentó con el toro del doctorado, llamado “Arenero”, marcado con el número 87 de 472 kilos, al que saludó con unas verónicas de fino estilo que se jalearon con fuerza. Dos varas tomó el toro, que salió suelto y tras ser banderilleado y en medio de una gran ovación, Diego Puerta, en presencia de Manuel Benítez, armó matador al diestro colombiano. Veíamos por segunda vez al espada americano y tenemos que decir que nos ha causado una excelente impresión. Tiene buena planta y anda tranquilo y suelto ante los toros, evidenciando que no es uno de esos toreros que llegan a cortar el cupón. Se le ve con sitio extraordinario, pisa firme y además de su valor natural, ha adquirido mucha soltura ante los toros y ejecuta un toreo de calidad que llega con fuerza a los tendidos. En el toro del doctorado ha estado muy bien, como debe estar una figura y los aficionados valencianos, en tarde de tanta responsabilidad, han visto en el colombiano un diestro que puede dar muchos días de gloria. Su templada muleta ante un toro de nada fácil condición, ha dibujado tandas de pases en redondo y naturales, que han estado marcados por la impronta de una acusada personalidad y un arte muy estimable. Mató de gran estocada y hubo el adecuado premio de una oreja y triunfal vuelta al ruedo. Ya había culminado su difícil primer capítulo como matador de toros. Le faltaba el segundo. El sobrero de García Valcárcel no era fácil. Era un manso de feo estilo que salió suelto del caballo y llegó a la muleta defendiéndose. Estuvo el colombiano valentísimo y torero y cuando lo mató de pinchazo y estocada, se le premió con una gran ovación. Un éxito sonado del Puno al que le aguardan otros muchos, porque de mano de ese gran taurino que es Diego Martínez, al que brindó el toro del doctorado, puede llegar a ser la gran figura que espera Colombia.
El segundo de la tarde, reservón y manso, que llegó bronco y difícil a la muleta, fue saludado por el sevillano Diego Puerta con unas verónicas excelentes. La faena del maestro de san Bernardo, fue un canto al valor y la entrega de un torero todo casta y pundonor, que sale todas las tardes dispuesto a darlo todo. Faena dramática en la que Diego se jugó la cornada en cada pase e incluso resultó volteado con aparato al engendrar un natural. Pero ya se sabe que Diego Puerta no es torero al que esto merme su valor y siguió tan valiente como torero entre las aclamaciones de un público entregado a su arte. Mató de estocada y se le otorgó una oreja paseada en triunfal vuelta al ruedo, recogiendo el tributo de la afición valenciana que tanto le quiere. En el cuarto llevó a cabo un espléndido toreo de capa y una faena variada y torera con pases de todas las marcas entre música y olés de los atiborrados tendidos. Toreó con sabor y gusto, con temple y arte insuperable en tandas de redondos y naturales tan templados como mandones y si no se le premió con trofeos fue por su mala fortuna con el acero. Fue premiado con una gran ovación y al final de la corrida se negó a salir en hombros siendo despedido con una fuerte ovación.
Y El Cordobés dio el do de pecho, pues el de Palma del Río no es torero que deje pasar la menor oportunidad para dejar constancia de su poderío. Fue la suya una gran tarde de toros desde que se abrió de capa en su primero hasta que cayó fulminado el quinto de la tarde. Fue pues, otro éxito rotundo del de palma del Río, que tras poner el cartel de no hay billetes hizo a los toros verdaderas y auténticas diabluras. Primero, toreó clásicamente como el que mejor presuma de hacerlo y después hizo sus cosas, esos muletazos personales que tan fuerte llegan a la masa. Pero como decimos, su triunfo, los cimientos de su éxito, estuvieron forjados en el más ortodoxo toreo, ese que se basa en los principios inmutables del parar, templar y mandar sobre los toros. Clavadas las zapatillas en la arena, llevados toreadísimos a sus enemigos, toreó con temple, con soberano mando, dibujó largos pases en redondo y al natural en los que ligó los muletazos de forma increíble en unos terrenos de angustia. Toreó Manolo como sólo él sabe hacerlo y las ovaciones y los olés fueron para su genio torero. Cuando los santones de la fiesta se hartan de decir que El Cordobés no torea, cuando dicen que su arte nada tiene que ver con el toreo, llega él y los confunde haciendo un toreo perfecto desde la iniciación al remate, en el que los muletazos largos y limpios, magníficos dejan en ridículo a sus detractores. El Cordobés ha formado una escandalera triunfal, no podía ser de otra forma. Y como además mata más que la de uranio –estocada y descabello en su primero y gran estocada en el quinto- la plaza se llena de pañuelos y le premia con dos orejas en su primero y las dos con dos vueltas al ruedo en el quinto en una apoteosis indescriptible. Este es el Cordobés del alboroto y el arrebato, el que enciende pasiones y el que en definitiva, llena las plazas. Al final, es sacado en hombros entre el delirio de la multitud. A ver qué dicen ahora los antis.-